sábado, 7 de noviembre de 2009

"...Viernes de Chirimoya en el Bar Nacional..."


Esta semana se ha caracterizado por las juntas con mis compañeros de trabajo, la camadería es un tema importante para nosotros ya que compartimos de lunes a viernes y los fines de semana en la plataforma donde trabajamos y eso nos hace más llevadero el día a día porque nos apoyamos entre todos... Este viernes no fue la excepción, con mi amiga Tabita después del trabajo y de pasar a una de esas tiendas donde te tientas con alguna cosilla porque ella tenía que comprar un mp3 y yo salí con unos audífonos nuevos, nos juntamos con dos colegas, bueno Sergio llegó casi a los minutos que nosotros y a Fernando casi lo bautizamos de "xanta" porque se había ido pero se devolvió para que no lo crucificáramos y nos juntamos en el Bar Nacional de Bandera, para nosotros era el día de la Chirimoya, brebaje compuesto de vino blanco y la exótica fruta carnosa de color blanco.



La conversación se matizó al principio de libros y cine, desde el cine mudo hasta del malvado Robin Williams en Insomnia, Clint Eastwood y el próximo estreno con Jim Carrey, no podía faltar el comentario sobre "Luna Nueva" que fielmente iré a ver cuando se estrene porque soy mamona con algunas películas, lo recononozco pero bueno, seguimos la conversación con literatura, hablando de la historia de Chile, Metafísica, Isabel Allende, García Márquez, entre otros, mientras los garzones desfilaban con vasos de jugo, empanadas y platos elaborados, el ambiente acogedor lleno de olores agradables que te dan ganas de seguir la conversación y bebiendo aquella borgoña helada que nos estabámos sirviendo. En eso llegó Fernando, el otro comenzal, y comenzó la conversación típica de los colegas: "trabajo", ni en los carretes dejas de lado tu otra casa, ja! es como un mal que azota a todos los compañeros de pega, siempre terminan conversando del ambiente, de los otros compañeros, del jefe y los colaboradores cercanos, el último cahuín, étcetera, lo cual sacó muchas risas y distendió aún más el ambiente que ya teníamos nosotros. En eso, llega el segundo jarro de aquel rico borgoña y las empanadas que estaban exquisitas acompañadas de un pebre cuchareado bien aliñado, nuestros estómagos agradecieron el pequeño descanso después de tanto vino pero ninguno ebrio, a lo mucho los ojos chinitos y las mejillas coloradas, más contentos y parlanchines que en el mismo trabajo.

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